lunes, 25 de mayo de 2015

UN HUESO DURO DE ROER

Hueso alojado en esófago torácico
      En esta ocasión os presentamos el caso de Chispito. Un perro que acababa de ser recogido del campo. Estaba en un estado de caquexia extrema y con anemia marcada. Mientras se mandaban pruebas analíticas para averiguar de donde venía esa anemia que tenía, pues se sospechaba de algún tipo de parásito hemático, pues había tenido garrapatas, nos comentan los propietarios que vomita mucho, y que no tolera bien el alimento; así que procedemos a hacer radiografías simples,y cual es la sorpresa al observarse la presencia de un hueso dentro del esófago torácico. Ese mismo día procedemos a anestesiarlo y mediante endoscopia flexible realizamos su extracción y comprobamos que la pared esofágica no estaba perforada, aunque la mucosa esofágica sí que estaba irritada. El tamaño del hueso era de unos 3 cm aprox de diámetro pero es que  Chispito pesa 3 kg. La pregunta que nos hacemos es:  ¿Qué tiempo podía llevar ahí ese hueso?  El cambio de actitud de Chispito es inmediato, mostrando interés por la comida, más juguetón... A las 48 horas se hace radiografias de control observándose que no hay fugas de aire hacia espacio pleural. A las dos semanas, en las revisiones apreciamos como ha cogido peso y como el aspecto general de Chispito es mucho mejor. Cada día nos sorprende la fortaleza de nuestras mascotas.
Manuel Vela 922


Chispito antes de anestesiarse

Imagen endoscópica del hueso durante su extracción




Chispito y el hueso
Hueso extraído
Aspecto del esófago tras la extracción
Radiografía a las 48 h para comprobar que no haya fuga de aire





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